LA CASTIDAD EN LAS
SEPARADAS CATÓLICAS
REDES
(sesión de octubre de 2013)
Primero, ¿qué es la castidad?
Es uno de los temas difíciles para todo cristiano, porque “todo bautizado es llamado a la castidad.
El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Ga 3, 27), modelo de toda castidad.
Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de
vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a
dirigir su afectividad en la castidad.” (CIC - Catecismo de la Iglesia Católica- 2348)
“La vocación a la
castidad: La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la
persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y
espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al
mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando
está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y
temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer”. (CIC 2337)
La castidad "debe
calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la
virginidad o en el celibato consagrado,
manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón
indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según
sean casadas o célibes". Las personas casadas son llamadas a vivir la
castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia”. (CIC 2349)
Como cristaianas, en este tema como en todos, debemos
intentar no desvirtuar el evangelio, sino tratar de vivirlo de forma positiva,
y no como prohibición sino como donación y entrega. El sacrificio que vivimos
tras el abandono de nuestros maridos, viviendo la continencia, es un arma
poderosa que Dios cambia por bienes para
nosotras y nuestros hijos.
La castidad es para todos. Se trata de vivir el amor de Dios,
que Dios nos ofrece a todos, en lugar de estarse prohibiendo cosas. Si no la
vivimos, perdemos la paz. Y nuestros
hijos lo notan. Es matemático.
Habrá muchas situaciones en nuestra casuística de separadas:
-
Quien
eche de menos al marido.
-
Quien
siga enamorada de él.
-
Quien
no quiera ni recordar que existe…
En todas ellas nuestro corazón está roto, dolido, desgarrado.
La única cura posible no necesariamente es la reconciliación o el enamoramiento
de otro. La única cura es el corazón
libre y ser auténticas y testigos de la fidelidad a la que hemos sido llamadas
especialmente; esta vocación de ejemplo se hace más visible que en los casados no separados.
El CIC explica que la castidad se integra en la virtud
cardinal de la templanza, “La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de
la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones
y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.” (2339)
Un moralista belga explica que “en materia de castidad lo más
fácil es el dominio completo. Andar a medias es muy peligroso»
Como mujeres, es
posible que sintamos más un impulso a la afectividad compartida que a la
sexualidad completa, por nuestra propia naturaleza. Pero buscar satisfacción a
esa necesidad de contacto físico afectivo con un hombre sólo nos traerá a
corto, medio y largo plazo problemas, pérdida de paz. Y lo más importante:
afectará directamente a nuestros hijos (sobre esto, recomiendo leer Ida Elizabeth, de Sigrid Undset)
Consejos prácticos para
vivir la castidad como casadas separadas:
- · Vida interior poderosa: confesión y eucaristía; oración. La Virgen como escudo protector.
- · Prevenir y/o sanar
. Prevenir: protegernos de
situaciones arriesgadas.
- · Huir del sentimentalismo
- · Distraerse…en fin, de la misma manera que, sin estar separada, también tendrías que luchar si te sintieras atraída por un compañero de trabajo, por un amigo de la familia...
Porque la amistad con hombres puede ser fuente de problemas:
si son amigos anteriores a la separación y personas católicas y formadas, menos
riesgo. Pero el riesgo no está en los otros: está primero en mí, en mis deseos,
en mi imaginación desbordada, etc. Debo aprender a vivir una afectividad
ordenada a la fidelidad. Todo va rápido: en cuanto dejas un resquicio al
demonio, se te cuela un sentimiento, te empiezas a autojustificar y buscar
excusas…acabas comprometida, casada por lo civil, tus hijos tiene dos figuras
masculinas en su vida…
Investigando este tema, me ha ayudado este comentario de un
lector de Infocatólica: “Hay como una
compasión exagerada (hacia los divorciados vueltos a casar), como un
victimismo, que se deja ver en especial cuando dicen «Si la realidad es tan
cruda…»,
« ¿es que no son de la Iglesia o nada pueden hacer en ella?»... ¡No!
Nadie les está marginando. Lo que ocurre es tan sencillo como que no se puede
estar en Misa y repicando, como dice el refrán. Si uno decide estar
re-picando/re-pecando, no podrá estar en Misa, a no ser que tenga el Don de la
Bilocación”
En conclusión: ante un tema tan complicado, medidas
importantes. La fidelidad al vínculo matrimonial vivida unilateralmente es una
de las cosas más difíciles que podemos tener entre manos. Si has optado por el
camino de la fidelidad a Dios y a tu matrimonio, cree con la fe que Dios te
ayuda.
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