Necesitamos redes para no caer al vacío

jueves, 7 de noviembre de 2013

LA CASTIDAD EN LAS SEPARADAS CATÓLICAS
REDES
(sesión de octubre de 2013)

Primero, ¿qué es la castidad?
Es uno de los temas difíciles para todo cristiano, porque “todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.” (CIC  - Catecismo de la Iglesia Católica- 2348)
“La vocación a la castidad: La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. La sexualidad, en la que se expresa la pertenencia del hombre al mundo corporal y biológico, se hace personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en el don mutuo total y temporalmente ilimitado del hombre y de la mujer”. (CIC 2337)
La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado,  manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes". Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia”. (CIC 2349)
Como cristaianas, en este tema como en todos, debemos intentar no desvirtuar el evangelio, sino tratar de vivirlo de forma positiva, y no como prohibición sino como donación y entrega. El sacrificio que vivimos tras el abandono de nuestros maridos, viviendo la continencia, es un arma poderosa que Dios cambia por bienes  para nosotras y nuestros hijos.
La castidad es para todos. Se trata de vivir el amor de Dios, que Dios nos ofrece a todos, en lugar de estarse prohibiendo cosas. Si no la vivimos, perdemos la paz.  Y nuestros hijos lo notan. Es matemático.

Habrá muchas situaciones en nuestra casuística de separadas:
-         Quien eche de menos al marido.
-         Quien siga enamorada de él.
-         Quien no quiera ni recordar que existe…
En todas ellas nuestro corazón está roto, dolido, desgarrado. La única cura posible no necesariamente es la reconciliación o el enamoramiento de otro.  La única cura es el corazón libre y ser auténticas y testigos de la fidelidad a la que hemos sido llamadas especialmente; esta vocación de ejemplo se hace más visible que en los casados no separados.
El CIC explica que la castidad se integra en la virtud cardinal de la templanza, “La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado.” (2339)
Un moralista belga explica que “en materia de castidad lo más fácil es el dominio completo. Andar a medias es muy peligroso»

Como mujeres,  es posible que sintamos más un impulso a la afectividad compartida que a la sexualidad completa, por nuestra propia naturaleza. Pero buscar satisfacción a esa necesidad de contacto físico afectivo con un hombre sólo nos traerá a corto, medio y largo plazo problemas, pérdida de paz. Y lo más importante: afectará directamente a nuestros hijos (sobre esto, recomiendo leer Ida Elizabeth, de Sigrid Undset)

Consejos prácticos para vivir la castidad como casadas separadas:
  • ·        Vida interior poderosa: confesión y eucaristía; oración. La Virgen como escudo protector.
  • ·        Prevenir y/o sanar

. Prevenir: protegernos de situaciones arriesgadas.
  • ·        Huir del sentimentalismo
  • ·        Distraerse…en fin, de la misma manera que, sin estar separada, también tendrías que luchar si te sintieras atraída por un compañero de trabajo, por un amigo de la familia...

Porque la amistad con hombres puede ser fuente de problemas: si son amigos anteriores a la separación y personas católicas y formadas, menos riesgo. Pero el riesgo no está en los otros: está primero en mí, en mis deseos, en mi imaginación desbordada, etc. Debo aprender a vivir una afectividad ordenada a la fidelidad. Todo va rápido: en cuanto dejas un resquicio al demonio, se te cuela un sentimiento, te empiezas a autojustificar y buscar excusas…acabas comprometida, casada por lo civil, tus hijos tiene dos figuras masculinas en su vida…
Investigando este tema, me ha ayudado este comentario de un lector de Infocatólica: “Hay como una compasión exagerada (hacia los divorciados vueltos a casar), como un victimismo, que se deja ver en especial cuando dicen «Si la realidad es tan cruda…»,
 « ¿es que no son de la Iglesia o nada pueden hacer en ella?»... ¡No! Nadie les está marginando. Lo que ocurre es tan sencillo como que no se puede estar en Misa y repicando, como dice el refrán. Si uno decide estar re-picando/re-pecando, no podrá estar en Misa, a no ser que tenga el Don de la Bilocación”
En conclusión: ante un tema tan complicado, medidas importantes. La fidelidad al vínculo matrimonial vivida unilateralmente es una de las cosas más difíciles que podemos tener entre manos. Si has optado por el camino de la fidelidad a Dios y a tu matrimonio, cree con la fe que Dios te ayuda.




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