Necesitamos redes para no caer al vacío

martes, 27 de agosto de 2013

Santa Mónica, patrona de REDES

LA IGLESIA venera a Santa Mónica, esposa y viuda. Su único hijo fue San Agustín, doctor de la Iglesia. Su ejemplo y oraciones por su hijo fueron decisivas. El mismo San Agustín escribe en sus Confesiones: "Ella me engendró sea con su carne para que viniera a la luz del tiempo, sea con su corazón, para que naciera a la luz de la eternidad"  Por su parte, San Agustín es la principal fuente sobre la vida de Santa Mónica, en especial sus Confesiones, lib. IX.Mónica nació en Africa del Norte, probablemente en Tagaste, a cien kilómetros de Cartago, en el año 332.Sus padres, que eran cristianos, confiaron la educación de la niña a una institutriz muy estricta. No les permitía beber agua entre comidas para así enseñarles a dominar sus deseos. Mas tarde Mónica hizo caso omiso de aquel entrenamiento y cuando debía traer vino de la bodega tomaba a escondidas. Cierto día un esclavo que la había visto beber y con quien Mónica tuvo un altercado, la llamó "borracha". La joven sintió tal vergüenza, que no volvió a ceder jamás a la tentación. A lo que parece, desde el día de su bautismo, que tuvo lugar poco después de aquel incidente, llevó una vida ejemplar en todos sentidos.Cuando llegó a la edad de contraer matrimonio, sus padres la casaron con un ciudadano de Tagaste, llamado Patricio. Era éste un pagano que no carecía de cualidades, pero era de temperamento muy violento y vida disoluta. Mónica le perdonó muchas cosas y lo soportó con la paciencia de un carácter fuerte y bien disciplinado. Por su parte, Patricio, aunque criticaba la piedad de su esposa y su liberalidad para con los pobres, la respetó y, ni en sus peores explosiones de cólera, levantó la mano contra ella.Mónica explicó su sabiduría sobre la convivencia en el hogar: "Es que cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos, y yo no acepto la pelea, pues… no peleamos". Esta fórmula se ha hecho célebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en casa.Mónica recomendaba a otras mujeres casadas, que se quejaban de la conducta de sus maridos, que cuidasen de dominar la lengua por ser esta causante en gran parte de los problemas en la casa.  Mónica, por su parte, con su ejemplo y oraciones, logró convertir al cristianismo, no sólo a su esposo, sino también a su suegra, mujer de carácter difícil, cuya presencia constante en el hogar de su hijo había dificultado aún más la vida de Mónica. Patricio murió santamente en 371, al año siguiente de su bautismo.Tres de sus hijos habían sobrevivido, Agustín, Navigio, y una hija cuyo nombre ignoramos.  Agustín era extraordinariamente inteligente, por lo que habían decidido darle la mejor educación posible. Pero el carácter caprichoso, egoísta e indolente del joven haba hecho sufrir mucho a su madre. Agustín había sido catecúmeno en la adolescencia y, durante una enfermedad que le había puesto a las puertas de la muerte, estuvo a punto de recibir el bautismo; pero al recuperar rápidamente la salud, propuso el cumplimiento de sus buenos propósitos. Cuando murió su padre, Agustín tenía diecisiete años y estudiaba retórica en Cartago. Dos años más tarde, Mónica tuvo la enorme pena de saber que su hijo llevaba una vida disoluta y había abrazado la herejía maniquea. Cuando Agustín volvió a Tagaste, Mónica le cerró las puertas de su casa, durante algún tiempo, para no oír las blasfemias del joven. Pero una consoladora visión que tuvo, la hizo tratar menos severamente a su hijo. Soñó, en efecto, que se hallaba en el bosque, llorando la caída de Agustín, cuando se le acercó un personaje resplandeciente y le preguntó la causa de su pena. Después de escucharla, le dijo que secase sus lágrimas y añadió: "Tu hijo está contigo". Mónica volvió los ojos hacia el sitio que le señalaba y vio a Agustín a su lado. Cuando Mónica contó a Agustín el sueño, el joven respondió con desenvoltura que Mónica no tenía más que renunciar al cristianismo para estar con él; pero la santa respondió al punto: "No se me dijo que yo estaba contigo, sino que tú estabas conmigo".Esta hábil respuesta impresionó mucho a Agustín, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. La escena que acabamos de narrar, tuvo lugar hacia fines del año 337, es decir, casi nueve años antes de la conversión de Agustín. En todo ese tiempo, Mónica no dejó de orar y llorar por su hijo, de ayunar y velar, de rogar a los miembros del clero que discutiesen con él, por más que éstos le aseguraban que era inútil hacerlo, dadas las disposiciones de Agustín. Un obispo, que había sido maniqueo, respondió sabiamente a las súplicas de Mónica: "Vuestro hijo está actualmente obstinado en el error, pero ya vendrá la hora de Dios". Como Mónica siguiese insistiendo, el obispo pronunció las famosas palabras: "Estad tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas". La respuesta del obispo y el recuerdo de la visión eran el único consuelo de Mónica, pues Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.Cuando tenía veintinueve años, el joven decidió ir a Roma a enseñar la retórica. Aunque Mónica se opuso al plan, pues temía que no hiciese sino retardar la conversión de su hijo, estaba dispuesta a acompañarle si era necesario. Fue con él al puerto en que iba a embarcarse; pero Agustín, que estaba determinado a partir solo, recurrió a una vil estratagema. Fingiendo que iba simplemente a despedir a un amigo, dejó a su madre orando en la iglesia de San Cipriano y se embarcó sin ella. Más tarde, escribió en las "Confesiones": "Me atreví a engañarla, precisamente cuando ella lloraba y oraba por mí". Muy afligida por la conducta de su hijo, Mónica no dejó por ello de embarcarse para Roma; pero al llegar a esa ciudad, se enteró de que Agustín había partido ya para Milán. En Milán conoció Agustín al gran obispo San Ambrosio. Cuando Mónica llegó a Milán, tuvo el indecible consuelo de oír de boca de su hijo que había renunciado al maniqueísmo, aunque todavía no abrazaba el cristianismo. La santa, llena de confianza, pensó que lo haría, sin duda, antes de que ella muriese.En San Ambrosio, por quien sentía la gratitud que se puede imaginar, Mónica encontró a un verdadero padre. Siguió fielmente sus consejos, abandonó algunas prácticas a las que estaba acostumbrada, como la de llevar vino, legumbres y pan a las tumbas de los mártires; había empezado a hacerlo así, en Milán, como lo hacía antes en Africa; pero en cuanto supo que San Ambrosio lo haba prohibido porque daba lugar a algunos excesos y recordaba las "parentalia" paganas, renunció a las costumbres. San Agustín hace notar que tal vez no hubiese cedido tan fácilmente de no haberse tratado de San Ambrosio. En Tagaste Mónica observaba el ayuno del sábado, como se acostumbraba en Africa y en Roma. Viendo que la práctica de Milán era diferente, pidió a Agustín que preguntase a San Ambrosio lo que debía hacer. La respuesta del santo ha sido incorporada al derecho canónico: "Cuando estoy aquí no ayuno los sábados; en cambio, ayuno los sábados cuando estoy en Roma. Haz lo mismo y atente siempre a la costumbre de la iglesia del sitio en que te halles". Por su parte, San Ambrosio tenía a Mónica en gran estima y no se cansaba de alabarla ante su hijo. Lo mismo en Milán que en Tagaste, Mónica se contaba entre las más devotas cristianas; cuando la reina madre, Justina, empezó a perseguir a San Ambrosio, Mónica fue una de las que hicieron largas vigilias por la paz del obispo y se mostró pronta a morir por él.Finalmente, en agosto del año 386, llegó el ansiado momento en que Agustín anunció su completa conversión al catolicismo. Desde algún tiempo antes, Mónica había tratado de arreglarle un matrimonio conveniente, pero Agustín declaró que pensaba permanecer célibe toda su vida. Durante las vacaciones de la época de la cosecha, se retiró con su madre y algunos amigos a la casa de verano de uno de ellos, que se llamaba Verecundo, en Casiciaco. El santo ha dejado escrita en sus "confesiones" algunas de las conversaciones espirituales y filosóficas en que pasó el tiempo de su preparación para el bautismo. Mónica tomaba parte en esas conversaciones, en las que demostraba extraordinaria penetración y buen juicio y un conocimiento poco común de la Sagrada Escritura. En la Pascua del año 387, San Ambrosio bautizó a San Agustín y a varios de sus amigos. El grupo decidió partir al Africa y con ese propósito, los catecúmenos se trasladaron a Ostia, a esperar un barco. Pero ahí se quedaron, porque la vida de Mónica tocaba a su fin, aunque sólo ella lo sabía. Poco antes de su última enfermedad, había dicho a Agustín: "Hijo, ya nada de este mundo me deleita. Ya no sé cual es mi misión en la tierra ni por qué me deja Dios vivir, pues todas mis esperanzas han sido colmadas. Mi único deseo era vivir hasta verte católico e hijo de Dios. Dios me ha concedido más de lo que yo le había pedido, ahora que has renunciado a la felicidad terrena y te has consagrado a su servicio". En Ostia se registran los últimos coloquios entre madre e hijo, de los que podemos deducir la gran nobleza de alma de esta incomparable mujer, de no común inteligencia ya que podía intercambiar pensamientos tan elevados con Agustín: "Sucedió, escribe en el capítulo noveno de las Confesiones, que ella y yo nos encontramos solos, apoyados en la ventana, que daba hacia el jardín interno de la casa en donde nos hospedábamos, en Ostia. Hablábamos entre nosotros, con infinita dulzura, olvidando el pasado y lanzándonos hacia el futuro, y buscábamos juntos, en presencia de la verdad, cual sería la eterna vida de los santos, vida que ni ojo vio ni oído oyó, y que nunca penetró en el corazón del hombre".Lo último que pidió a sus dos hijos fue que no se olvidaran de rezar por el descanso de su alma.Mónica había querido que la enterrasen junto a su esposo. Por eso, un día en que hablaba con entusiasmo de la felicidad de acercarse a la muerte, alguien le preguntó si no le daba pena pensar que sería sepultada tan lejos de su patria. La santa replicó: "No hay sitio que esté lejos de Dios, de suerte que no tengo por qué temer que Dios no encuentre mi cuerpo para resucitarlo". Cinco días más tarde, cayó gravemente enferma. Al cabo de nueve días de sufrimientos, fue a recibir el premio celestial, a los cincuenta y cinco años de edad. Era el año 387. Agustín le cerró los ojos y contuvo sus lágrimas y las de su hijo Adeodato, pues consideraba como una ofensa llorar por quien había muerto tan santamente. Pero, en cuanto se halló solo y se puso a reflexionar sobre el cariño de su madre, lloró amargamente. El santo escribió: "Si alguien me critica por haber llorado menos de una hora a la madre que lloró muchos años para obtener que yo me consagre a Ti, Señor, no permitas que se burle de mí; y, si es un hombre caritativo, haz que me ayude a llorar mis pecados en Tu presencia". En las "Confesiones", Agustín pide a los lectores que rueguen por Mónica y Patricio. Pero en realidad, son los fieles los que se han encomendado, desde hace muchos siglos, a las oraciones de Mónica, patrona de las mujeres casadas y modelo de las madres cristianas.Se cree que las reliquias de la santa se conservan en la iglesia deS.Agostino.

jueves, 22 de agosto de 2013

VACACIONES TRES GENERACIONES
La foto que ilustra esta entrada la comparto con vosotros porque representa para mí el comienzo de un día de vacaciones en mi familia: con mis hijos y mis padres. Tres generaciones. Me gusta que mis hijos cuiden de mis padres y al revés. Aprendemos, a veces con dificultades, a convivir: vivir-con.
Me da mucha pena cuando veo en algunas películas americanas que la madre o el padre hablan con los hijos desde el pasillo: el cuarto del hijo está vedado para los padres!
No señor: en el hogar trigeneracional, cada cual sale de su cuarto (compartido con hermanos y/o primos) hacia el espacio común y más importante. Como esta terracita de Sanlúcar de Barrameda donde hemos preparado entre todos el desayuno familiar. Me voy a desayunar, que me esperan!!
cristinamorenoalconchel@gmail.com

lunes, 12 de agosto de 2013


CÓMO SUPERAR EL SÍNDROME DEL NIDO VACÍO
 
Todas sabemos lo que es el síndrome del nido vacío: los hijos se independizan y los padres ven cómo la casa (que no el hogar, que siempre continúa igual de lleno) se vacía. De repente sobran habitaciones, hay camas que ya no se deshacen, la mesa del comedor parece enorme y se pone el mantel doblado en una esquina. El lavaplatos nunca se acaba de llenar, la ropa sucia se eterniza en el cesto esperando ser un montón digno de los ocho kilos que acoge –acogía- la lavadora…
Esto, en lo material. Pero hay más: las tardes ya no se llenan de conversaciones de cuarto a cuarto. Cuando vuelves del trabajo no hay hijos a quienes abrazar, preguntar por el día. El sintagma “peli con palomitas en el sofá” se ha vaciado de contenido. Por las mañanas, en la mesa del desayuno, con suerte hay dos personas que se miran interrogantes: el padre y la madre.
Si bien nunca dejan de ser padre y madre, ahora son de nuevo lo que al principio: marido y mujer. Frente a frente… o uno junto a otro idealmente.
Bueno, no voy a continuar por ahí. Desafortunadamente, nosotras ya tuvimos en su momento que enfrentarnos a otra modalidad del nido vacío, aquella en la que quien falta es el marido y padre. De esto ya hablamos en otro lado. Y esta vivencia continuada nos provee de herramientas para sobrellevar el nuevo síndrome que nos espera, para algunas ya en puertas: se van los hijos.
¿Quién es esa mujer que se enfrenta, sola, a esa nueva separación?
Quisiera aprovechar esta circunstancia para recordar quiénes somos:
-No somos mujeres casadas que conviven normalmente con sus maridos.
- No somos viudas.
- No somos solteras.
- Somos mujeres casadas que fueron abandonadas o que tuvieron que afrontar una separación por cuestiones de fuerza mayor. Pero somos mujeres conscientes por la fe de nuestro compromiso, de la palabra dada al otro con Dios por testigo, ante toda la Iglesia.
Por eso, no vivimos como solteras o viudas, ni como casadas. Vivimos un vacío que para algunas es ya un alivio por la dureza de la convivencia pasada. Para otras es una interrogación, es una cara de sorpresa, es un no- puedo -creer -que -esto -me -esté -pasando -a -mí . Y queremos con voluntad firme por la gracia de Dios mantenernos fieles hasta que la muerte nos separe…del todo.
Cuando llegue el momento de separarse físicamente de los hijos puede que tengamos que vivir solas. ¿Cómo superar el síndrome del nido vacío?
- Preparándonos con antelación. Si nos hemos dedicado en cuerpo y alma a la educación de nuestros hijos, puede que nos encontremos de repente sin objetivo, sin misión. Y no es que sea malo dedicarse así. Lo malo es agarrarse a los hijos como tablas de salvación de la soledad provocada por la ausencia del otro, hacerse posesivas, acaparadoras, absorbentes, de manera que la marcha de los hijos deje más vacío de lo natural. Deberíamos recordar que los hijos no nos hacen felices, somos felices con ellos. De esa manera, estén o no estén en casa, seguimos siendo felices con ellos. Asimismo, conviene plantearse y aceptar que la independencia les viene bien, les ayudará a madurar emocionalmente y a hacerse más responsables. Podemos prepararnos ya reservando un poco de nuestro tiempo para nosotras, para resolver cuestiones personales, para crecer. Se trata de dar lugar a la creación de nuevos hábitos en el seno familiar, una vez que nuestra relación con ellos se va haciendo más adulta. Se trata también de prepararlos a ellos a ser independientes pero vinculados al núcleo familiar originario. Aquí funciona muy bien el ejemplo: cómo nos ven a nosotras tratar con nuestros propios padres y suegros, sus abuelos.
- Formarnos y ser conscientes de nuestra misión. Cuando los hijos se van de casa no dejamos de tener misión, como no dejamos de tenerla cuando se fue nuestro marido, como hemos visto en otras ocasiones. Podemos aprovechar ésta oportunidad para renovar las relaciones y la comunicación con los hijos desde un rol completamente diferente de cuando vivían en casa. Un poco de distancia viene bien: no nos apresuremos cuando lleguen sus problemas y conflictos, que llegarán, veamos primero cómo reaccionan ellos. Si les hemos dejado muy claro que siempre estamos ahí para ellos, que sean ellos quienes acudan a nosotras. Para ellos también es una etapa de cambios en la que atravesarán buenas y malas experiencias que, aunque quieras, posiblemente no puedas evitar. Por eso, lo mejor es seguir acompañando a tus hijos en este proceso y ver esta etapa de cambios como una oportunidad para progresar y para seguir creciendo juntos. Después de todo, el fin de una etapa es el comienzo de otra que no será mejor ni peor sino simplemente distinta y no por eso menos gratificante.
Una faceta importantísima de nuestra misión será el ejemplo de fidelidad que damos a nuestros hijos, especialmente a los casados. Se educa sobre todo con el ejemplo, la coherencia de haber vivido la fidelidad a nuestro compromiso matrimonial, si bien de manera unilateral.
Seremos siempre madres, pero empezaremos a ser suegras, abuelas…un nuevo campo de misión!
- Seguir ejemplos, mantenernos unidas entre nosotras y unidas a la Santísima Virgen, ejemplo de mujer también en esto. Ella seguramente se quedó viuda pronto. Y luego Jesús se fue de casa. ¿Cómo actuaría ella? Por lo que vemos en los Evangelios, seguía a Jesús de lejos, aunque intervenía a veces con decisión y firmeza, como en Caná.
Muchas santas han sido ejemplo de madres entregadas, como Santa Mónica, nuestra patrona. Preguntémonos, como madres, qué es lo principal que queremos para nuestros hijos: queremos que vivan su vida –no la nuestra- cerca de Dios y dentro del seno de la Iglesia. Esforzarnos en ello tiene las mayores recompensas:
Vida eterna
Integridad en su forma de vivir y actuar
Familia con propósito
Ejemplo para las siguientes generaciones
- Tener vida social. El espacio que han dejado los hijos lo podemos llenar de muchas actividades para las que nunca hemos tenido tiempo: ejercicio físico, cursos, desarrollo de aficiones, voluntariado y ayuda a los demás –salir de uno y darse a los demás llena y hace feliz, sin mencionar lo feliz que uno puede hacer a los demás-. Podemos reencontrarnos con amigas a las que nunca vemos, leer largo tiempo, viajar…
La vida social presenta muchos peligros, no nos engañemos. Siempre debemos tener presente que, aunque no lo parezca, seguimos casadas. Podemos dar falsas impresiones socialmente si salimos en grupo o solas. Hay tantas mujeres divorciadas de nuestras edades que buscan nueva pareja que no queremos ser incluidas en esta categoría. Podemos estar dando un mensaje sin palabras, aun sin quererlo.

Finalmente, recordemos que en el momento de la soledad, nos encontramos a nosotras mismas. Si hemos cultivado nuestra vida interior, será un camino diferente, otra etapa, pero rica y gratificante como lo es ahora estar con nuestros hijos, apagar la luz por las noches sabiéndolos en sus camas. No estaremos solas nunca, nunca estamos solas. La felicidad no depende de nuestros hijos, gracias a Dios, aunque a veces de ellos llegan grandes dolores. Tu felicidad depende de ti, de tu fortaleza y armamento para afrontar lo que venga, como has hecho hasta ahora, que ya hemos afrontado retos enormes. Reflexiona, fórmate, prepárate, anticipa lo positivo, mantente unida con las personas que pueden ayudarte y ayuda tú también, sal de ti misma siempre y verás tu vida llena. Tan llena, que a veces sentirás la necesidad de refugiarte en casa, sola, y feliz.
Preguntas
¿Cómo os imagináis el día en que viváis solas?
¿Os produce ansiedad, miedo, inseguridad?

cristinamorenoalconchel@gmail.com


viernes, 9 de agosto de 2013


CÓMO HACER PARA QUE MIS HIJOS SEAN FELICES
Dra. Pilar de Castro, psiquiatra de la Clínica de la UNAV (notas tomadas durante la conferencia ofrecida en el Club Llar de Barcelona, mayo/junio 2013)

Formar personalidades maduras y sanas es el camino a la felicidad. Lo que se ve en consulta es el producto de un “no saber vivir”, un “mal vivir”.

OBJETIVOS
·         QUÉ QUEREMOS
·         CÓMO LO VAMOS A HACER
·         CONCLUSIONES

 En la película En busca de la felicidad, el padre, frustrado, fracasado y sintiéndose culpable por la frustración y disgusto de su hijo pequeño, le dice: “Las personas que no pueden hacer algo te dirán que tú tampoco puedes…No dejes que nadie te impida hacer lo que quieres…ni siquiera yo”.

Qué es la personalidad. Qué podemos cambiar:

·         Temperamento, genético, no lo podemos cambiar, pero sí atemperar con el carácter.

·         Carácter: interacción del temperamento con el ambiente que nos rodea (nosotros, sociedad, colegios, clubes…)  Sí podemos cambiarlo para llegar a la madurez.

Porque, ¿qué es ser maduro?

·         Capacidad de relacionarse con los demás de un modo cálido, íntimo y con sentido amplio del self.

·         Las personas maduras tienen seguridad, sentido del humor, de la percepción, entusiasmo e iniciativa (Allport, 1967)

Debemos escuchar a los hijos con atención indivisa. ¿Estoy cubriendo la necesidad de atención de mi hijo?

PERSONALIDAD MADURA

·         AUTÓNOMO Y COMPETENTE PARA SU EDAD.

·         SENSACIÓN DE SATISFACCIÓN Y SUFICIENCIA: AUTOESTIMA.

·         SE REALIZA GENERANDO PROYECTOS CON LAS PROPIAS POTENCIALIDADES.

Consecuencia: capacidad de adaptarse efectiva y eficientemente al ambiente.

Puntos a considerar:

·         Cuidado cómo comentamos del mundo, atención a la maledicencia.

·         Autoestima

·         Autoconocimiento: feedback y coaching.

·         Sentimiento de inferioridad

·         Alexitimia (incapacidad para identificar las emociones y expresarlas verbalmente) – pobre insight

¿Estamos, sin querer, reforzando su inseguridad?

¿Preguntamos, a veces, “Tú qué piensas”? Que pierdan el miedo a equivocarse…

El árbol de la felicidad/madurez




En algún momento, habrá que trasplantar el árbol, sacarlo de debajo de nuestro cobijo.

Semillas que hemos de plantar:

·         Sentirse querido

·         Aprender a ser libre

·         Sentidos y valores

Cariño y aceptación: ¿Quién riega el árbol, la tv, el pc? NO!!. El árbol lo riego yo con:

·         Dedicación

·         Conocer al hijo y ayudarlo a conocerse

·         Escucharlos a ellos y a su contexto (que da a veces más pistas que lo que ellos dicen).

·         Validar su conducta: “comprendo por qué lo has hecho… pero pienso que sería mejor si…, no crees? Tú qué opinas?” Porque funcionan por emociones, cuando dicen algo, hay que leer la parte de atrás. Lo que les suele motivar para decir o hacer lo que dicen y hacen es el deseo de evitar el daño, el miedo al castigo. Validarlos significa decir: “Entiendo que te sientas así, pero pasa esto, y esto y esto…” Elogiar lo que hacen bien. Ignorar lo que hacen mal la primera vez, y la siguiente, corregir a solas y después. En directo, en el momento de la equivocación, se crea más frustración y ansiedad.

Límites, horarios, indicaciones firmes:

·         Tiempo ocupado y útil

·         Aceptación del no, de la realidad las como es.

·         Cultivar su capacidad de ser felices con lo que son y tienen.

·         Que aprendan a sufrir: tolerar el malestar.

Cómo aplicar esto:

·         Pedirles y exigirles sin miedo: autonomía.

·         Corregirlos en el momento oportuno y por una motivación válida. ¿Por qué lo corrijo, porque me pone de los nervios?

Capacidad de autodirección: Que sean libres es que sepan elegir lo bueno. La felicidad/madurez conjuga la libertad con la verdad.

·         Saber pedir

·         Saber decir no

·         Saber esperar

·         Saber persistir

Solidaridad, darse: la empatía.

·         Enseñando con emociones validantes la capacidad de renuncia

·         Ayudarlos a forjar su opinión

·         Sentido de unicidad y pertenencia a un grupo.

Trascendencia:

·         El valor de las cosas.

·         Antimaterialismo

·         Capacidad de admirar lo bello, lo bueno, lo verdadero.

·         Actitud proactiva, de solución, no de queja, aportación personal al mundo.

Algunas conclusiones:

·         El que algo quiere, algo le cuesta.

·         Querer es poder, sí…pero esto vale sólo si se puede. Por eso, averiguar si el hijo es que no quiere…o es que no puede!!!

·         Amistades: ver si el hijo es ingenuo y manipulable. Trabajar esa ingenuidad. Validar así: “entiendo que quieres a tus amigos, son majísimos, pero…veo que te pueden hacer daño…tú qué piensas?” Y dejarle pensar hasta otro momento---

miércoles, 7 de agosto de 2013


LA HORA DE LOS SENSATOS
 
 
 
 
(Leopoldo Abadía, Can Vilumara, 6-8-2013)

Ayer nos habló Leopoldo Abadía de muchas cosas, pero se centró un poco más en qué deben hacer las personas sensatas –que gracias a Dios son la mayoría- en estos momentos de graves dificultades económicas, sociales.

Yo empecé a tomar notas y, según escribía, me iba dando cuenta de que esos puntos de acción bien podían aplicarse a nuestra situación particular.

Nosotras también vivimos una crisis: hemos sido abandonadas o nos hemos visto obligadas por cuestiones de integridad física y/o moral a separarnos. Obviamente, por ser católicas y querer vivir la vida enteramente como tales, hemos luchado hasta el final para salvar la convivencia. Si nuestros maridos hoy no están, es porque no quieren (mayoritariamente, tengo que decir) o porque la convivencia se hizo ya imposible. Esto, en todos los casos, significa que el núcleo familiar es la madre con los hijos alrededor, porque el padre no vive ya según la fe que profesamos. Por lo tanto, en este núcleo amputado, pero núcleo válido, es donde se produce la educación de los hijos con la transmisión de la fe. ¿Es esto una crisis de gran envergadura o no? Pues veamos qué nos sugiere indirectamente Leopoldo Abadía, si queremos ser sensatas e influir en el mundo:

·         Tener criterio, y no creerme todas las tonterías que oigo, leo, me cuentan; las opiniones que circulan por ahí y por aquí. Para formar y desarrollar criterio católico, acudimos a medios de formación que pueden ayudarnos, y REDES trata de ser uno de ellos. Una persona sensata no juega al “todo vale”.

·         Ser optimista. No quiere decir que le quitemos importancia o gravedad a lo que nos pasa, quiere decir que luchamos con uñas y dientes para seguir adelante. También quiere decir que, aunque lloremos o nos desahoguemos, no vivamos enrocadas en nuestra desgracia. Hay que pasar página (que no quiere decir arrancar página)

·         No distraerse en la administración de nuestras fuerzas, gastarlas con cabeza, con sensatez en lo que de verdad importa. Saber apartarse de aquello que drena mis fuerzas, es decir, de todo aquello que es tóxico: situaciones tóxicas, personas tóxicas.

·         Ser prudente. El prudente no es el inactivo por cobardía, el prudente es el que actúa tras pensar y sin necesidad de audacias extremas. No estamos solas: tenemos unos hijos detrás, no podemos cometer la imprudencia de actuar sin sopesar las consecuencias. En definitiva, y otra vez, ¡ser sensatas!

·         Colaborar y reunir fuerzas, ideas, iniciativas. Comunicarnos sin miedos ni vergüenzas. Pedir ayuda.

·         Educar en el trabajo sostenido, en el esfuerzo. No se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor. Educar para que veamos en las dificultades una oportunidad de mejorar, crecer. Hacer de nuestros hijos personas fuertes, resistentes ante los problemas, el dolor. Con corazón que siente, pero con voluntad que emprende.

·         Reconocer que es la hora de las personas. No quedarnos en las ideas, las propuestas, las empresas: detrás siempre hay personas, una persona, personalizar. Ver personas donde la sociedad de hoy ve números, tasas, primas.

Por último, me gustaría añadir algo que dijo el profesor Abadía que, para mí, resume muy bien el espíritu con el me quedo:

“Hay gente que dice:

-          Me he hundido por la crisis…

-          No señor: ¡Te has hundido por ti!”

lunes, 5 de agosto de 2013

NO ESPERES SENTADA




Esperando.
Si tus hijos no están contigo estos días, porque están con su padre, puede que te hayas sentado a esperar su vuelta ¡No lo hagas! Tienes que llenar tu tiempo de manera que el día del reencuentro llegue pronto. Te recomiendo lo qu...e yo hago: seguir un horario, darte algún gusto de vacaciones (ver algún programa que nunca ves, alquilar una peli, tumbarte en el sofá a leer hasta que te duermas...), quedar con amigas o ir a charlas (yo mañana voy a una de economía para ineptos). Y lo primero: frecuenta los sacramentos, reza, lee la Palabra.
Te recomiendo que te acuestes temprano: por la noche, todo es más difícil y parece que la soledad se mastica...
Los niños llegarán muy pronto!

domingo, 4 de agosto de 2013


PERDONAR Y PERDONARSE...
Queridas amigas,
Hablemos de perdón. Perdonar a aquel que nos ha destrozado la vida no es fácil, desde luego, y lo sabemos porque llevamos esa cruz a cuestas cada día, cada hora, cada noche...
Pero hoy pensaba que quizá es incluso más difícil perdonarse a sí misma. Autoacusarse de lo que ha pasado es un mecanismo muy sutil, y ver nuestra culpa como causa del mal que sufren, pongamos nuestros hijos, por ejemplo, es muy común.
Naturalmente, no se trata de evitar hacer examen de conciencia. Pero una vez reconocida nuestra parte (cuando un matrimonio se rompe, hay dos partes que pueden tener parte en ello) y puestos los medios para seguir adelante como católicas casadas, madres de familia, sería totalmente anticristiano verse a una misma como causa de todo mal, del mal de nuestras familias.
Hoy por hoy, somos el ancla –sí, Maruja: pal de paller- que sujeta a nuestros hijos a la realidad: educación, formación, guía...
A mí me gusta fijarme en las cañas flexibles, esas que crecen en las riberas de los ríos. Son altísimas y podríamos pensar que se troncharían por la mitad a causa del viento, del paso de animales, del ser humano haciendo "trecking"... Pero no, la caña continúa en su sitio, mejor dicho, vuelve siempre a su posición, porque está muy bien anclada en la tierra, con raíces profundas. Pero tiene esa flexibilidad que le permite agacharse (a ayudar al niño que lo necesita, a recoger al que se ha caído), doblarse (arrimar el hombro en trabajos de cada día). Como es tan alta, la caña puede llegar a muchas partes, dibujando un círculo enorme, movida por el viento (circunstancias, sufrimiento, dolor, cruces en definitiva, que pueden hacer que casi quede destrozada...)
Pero no: la caña, flexible y tierna (sufre, sí. Es "blandita", llora, se desmorona a veces), puede volver a su posición siempre, porque está bien sujeta a la tierra con sus raíces. Es muy bonita la caña, ¿no?
Nosotras luchamos por mantenernos en nuestro sitio: esposas y madres de familia católicas que quieren vivir la vida como el Señor nos ha pedido: el que pierda su vida...la ganará.
Paciencia, amigas, resistencia, y permanecer junto al Señor (confesión y comunión, lectura de la Palabra).
Yo estoy aquí, cargando con mi cruz, dispuesta a ayudar.
Un fuerte abrazo a todas,
cristina