Necesitamos redes para no caer al vacío

miércoles, 9 de octubre de 2013


YO SOY YO…Y MIS CIRCUNSTANCIAS. UNIDAD DE VIDA

REDES
Sesión del 26 DE SEPTIEMBRE DE 2013

Si miro a mi alrededor veo multitud de circunstancias…si me miro a mí misma, veo mis circunstancias. Esto, que parece de Perogrullo –y lo es- me ha parecido relevante para empezar este nuevo curso, ya el cuarto de REDES. Para empezar a hablar de circunstancias, es muy común que acabe por compararme con otros… Pertenencia a un grupo.
• Tipos de circunstancias de una católica casada separada o en vías de nulidad:
-económicas: falta de recursos, bajada del nivel de vida, mayor austeridad…
-familiares: abandono de algunos familiares que llegan a ponerse de parte del cónyuge. Familiares que siempre están ahí.
-sociales: nuestra vida social se hace a veces casi imposible: una mujer casada sin marido. ¿Cómo se come eso? De esto hablaremos en próximas sesiones. De momento, atención a los divorciados pescadores…
-de salud: frecuentes trastornos psicológicos y psiquiátricos por depresión, ansiedad…Somatizaciones físicas: dolores de espalda, cervicales, vértigos, mareos.
• Vida privada/ vida social/ vida laboral El ejemplo que damos, lo que la gente ve, eso es lo que queda. Las palabras se las lleva el viento. Y la gente que nos rodea está en diferentes capas, como las cebollas: en el centro o núcleo estamos normalmente nosotras. Solas. A continuación vienen los hijos. Si esa capa primera, núcleo, se pudre (por cansancio, falta de formación, enfriamiento de la vida de piedad, desconfianza, pesimismo…) antes o después esa podredumbre llegará a los hijos. Las siguientes capas, depende: pueden ser familiares, formadores, personas que dependen de nosotros, amistades… Estas capas más externas pueden ser fuente de compañía, formación, toda clase de ayuda. Hay que intentar seguir acudiendo a las amistades de siempre, no crear un gueto de separadas. • Las circunstancias en nuestro caso tienen nombre y apellidos: Los hijos. Nuestros hijos tienen que vernos firmes y flexibles a la vez, sufriendo (no es malo que nos vean sufrir moderadamente) y levantándonos una y mil veces. Aquí sí que la receta mágica, después de la oración por ellos, es el ejemplo.
Recuperemos la “unidad de vida” cuya pérdida es en tantos casos la causa del desasosiego que acabamos de describir.
La fe y la vida: si queremos reunificar todas estas circunstancias de las que hemos hablado, hay una forma: la vida de fe, la vida interior. Cada una estará llamada a diferentes niveles de exigencia, diferentes llamadas, diferentes grados de conversión.
Si partimos de la Escritura: “Sin mí nada podéis” (Jesús) y san Pablo:” Todo lo puedo en aquel que me conforta…”sabemos entonces por la fe que es posible llegar a esa tranquilizadora unidad de vida.
Sabemos ya por experiencia qué es lo que ayuda:
- Oración, sacramentos
- Dirección espiritual - Ayuda psicológica
- Sensación de pertenencia a grupo
- Acompañamiento personal y vía redes sociales
- Listas de intenciones para la oración
La amistad con Dios, las ocupaciones cotidianas y el empeño apostólico personal del cristiano han de saber fundirse y compenetrarse en una «unidad de vida sencilla y fuerte», expresión habitual de san Josemaría que sintetiza su profunda comprensión de la existencia cristiana. «La unidad de vida —enseña san Josemaría— es una condición esencial, para los que intentan santificarse en medio de las circunstancias ordinarias de su trabajo, de sus relaciones familiares y sociales» . Como explicaba el fundador del Opus Dei, el cristiano que trabaja en medio del mundo no debe «llevar como una doble vida: la vida interior, la vida de relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y separada, la vida familiar, profesional y social» . Por el contrario, «hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser —en el alma y en el cuerpo— santa y llena de Dios».
  Os animo desde aquí a comentar, preguntar, contestar…
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